Tres cuentos son lo que la La Pollera Ediciones ha liberado en su sitio web para servirnos de aperitivo, un buqué que indicie qué se teje entre las páginas del libro Delitos de poca envergadura (La Pollera, 2017); un tomo de relatos breves escritos por Simón Ergas e ilustrados por Rafael Edwards.
La colección germina en lo inverosímil que se vuelve el complejo, infinito y ridículo cuerpo de normas que rige nuestras vidas diarias y las penas que se debe cumplir por infringirlas (versus la impunidad de las fechorías de verdad, esas de mucha envergadura, de las que los ciudadanos de a pie somos víctimas).
El mencionado extracto consta de tres cuentos: Mensaje escrito en un cupón 2x1 encontrado junto a la rueda de mi auto al estacionar en el subterráneo de un centro comercial, El acabose y Cédula de la cédula. El primero relata el drama desesperado de una mujer que no puede salir de un estacionamiento de pago porque no tiene dinero para pagar por la pérdida del tíquet: «¡Y no puedo salir! ¡No puedo porque perdí el ticket! [...] No tengo lo que me pidieron por mi libertad.» El segundo logra transmitir la angustia creciente –el terror– con el que recibe en cualquier paso internacional la feroz amenaza de consecuencias dantescas que pesan en la propia conciencia de ingresar al país con elementos de origen vegetal o animal foráneos. El último presenta un giro respecto a los anteriores y muestra cómo el miedo a uno mismo infringir una regla nos conmina a cumplirla y forzar su cumplimiento a los demás, integrándonos al estado normativo sinalagmáticamente, transformándonos al mismo tiempo en ciudadanos y policía, volviéndonos simultáneamente Winston Smith y Gran Hermano.
Estos tres relatos enteran más cuatro decenas de escenas y situaciones tendientes al ridículo que traslucen los límites (auto)impuestos a la libertad personal con afanes no siempre comprensibles y habitualmente exagerados que –se supone– pretenden facilitarnos la vida en sociedad, aunque en un sinnúmero de casos son meros preceptos cuyos propósitos son, cuando poco, cuestionables y, las más veces, serviles a intereses de otras raleas.